Me he emocionado hondamente con la publicación en el diario El Comercio de una foto que acompaña a la noticia de una campaña organizada con el objetivo de repartir juguetes a los niños del Tercer Mundo.En ella se ve dos niñas un poco mayores que tú abrazadas a sendas muñecas.Cuántos niños, mi queridísima María, no tienen la misma suerte que tú de haber nacido en esta parte del planeta.Sus padres, si los tienen, probablemente no tendrán los medios necesarios ni para darles una alimentación básica, cuando menos una adecuada.Su infancia no conocerá las mismas situaciones felices que la tuya, no tendrán guarde, ni juguetes, ni a Tito...Lo más seguro es que muchos de ellos sepan antes que eso la dureza del trabajo físico desde temprana edad, contando que lleguen a vivir los años suficientes, pues la escasez de alimentos, de agua y de medidas de higiene hacen de su supervivencia una auténtica carrera de obstáculos diaria, cruel e injusta.
En la foto que te comento, los ojos de las niñas fue lo primero que me llamó la atención. Sean de donde sean, las miradas infantiles son claras, sin atisbo de maldad, con la limpieza que da el espíritu verdadero del Ser Humano, inocente y puro. Como la tuya, como la de ellas.
Luego, los adultos nos encargamos de apagar ese brillo a base de miseria, codicia, calamidades y guerras. Somos una especie violenta, egoísta y cruel, tremendamente irrespetuosa con los demás y con nuestro entorno. Nos gastamos millones en armas, pero ponemos trabas a aumentar el gasto para ayudar a nuestros hermanos que tienen necesidades. Nadamos en la abundancia y miramos por encima del hombro a nuestros semejantes que no corren la misma suerte que nosotros. Por suerte, aunque son muchos los desalmados que pueblan la Tierra, hay una parte también importante que se desvela por los demás, que colabora y lucha por la idea de que otro mundo es posible.Esta campaña y otras muchas, casi todas creadas y dirigidas por Organizaciones No Gubernamentales, intentan paliar las duras condiciones de vida que otros seres humanos tienen que sufrir. Su lucha es complicada pero no estéril, al contrario, es la única guerra justa que conozco, la guerra contra la pobreza, contra la desigualdad, contra la codicia de unos pocos, contra el mirar hacia otro lado de muchos, contra el soy el centro del Mundo, contra el hambre, contra la injusticia esté donde esté, contra la guerra.
Habitamos un planeta que por ser único, al menos hasta donde conocemos, para albergar la vida, deberíamos de respetar y cuidar, mimar y proteger.
No te hagas adulto del todo, al menos no en el sentido de olvido de tu infancia. Conserva por siempre esa pureza de la niñez, lucha porque nadie apague su brillo.Es duro y difícil, lo sé, pero intenta mantenerte firme. Ese es uno de tus mayores tesoros.Con este pequeño diario que papá te dedica, intentaré ayudarte y apoyarte para que acudas a él en momentos de flaqueza. Siempre estaré contigo, aunque no esté, como escribió José Agustin Goytisolo
“La vida es demasiando corta para amarte,
te amaré toda la muerte"
Sé tú, María. Que nadie ensucie tu inocencia.
Te quiere, papá.
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