Recuerdo muchas veces a mi abuelita. Tú no la conociste, María, pues murió unos años antes de que tú nacieras. Te contaré cosas de ella cuando seas mayor, ahora la saco a colación por un consejo que te debo de dar, y del que ella es posiblemente el ejemplo más cercano y real que conozco.
La vida es complicada, con muchos vaivenes, sinsabores y dificultades. No te puedo engañar. Es posible que muchas veces los demás no respondan de la misma forma que tú respondes, que no te den lo que tú si dás por ellos, que no te ayuden como tú les ayudas...
Tantas y tantas situaciones que te parecerán injustas e incomprensibles.
Las personas que te encontrarás en tu vida serán de diferentes caracteres, de diferentes sentimientos y se moverán por distintos intereses, que unas veces coincidirán con los tuyos pero muchas otras serán divergentes e incluso encontrados.
Te harán daño, lo sé. A todos nos han hecho daño alguna vez y las personas de las que menos nos esperamos.
Sé fuerte. Pero sobre todo, queridísima María, sé buena persona. No es un bien en alza precisamente, tampoco suele ser muy apreciado por los demás, salvo honrosas excepciones.
Si eres buena persona, aunque los demás no lo aprecien, tendrás algo muy útil y que apreciarás con el tiempo, conciecia . Y además lo más limpia posible.
Sé que con eso no se come, pero no sabes lo bien que se duerme...
Aunque te encuentres gente que no lo sabe apreciar, e incluso con gente que de bueno tiene poco, no cruces la linea de la bondad, no te hagas egoísta, dañina, mala.
Seguro que todo esto que escribo a más de uno que lo pueda leer le parecerá cursi y trasnochado. Ser bueno no se lleva, no está de moda. Pero recuerda, la moda es para los borregos, para los que siguen y se protejen dentro de la masa, los que son como los demás porque no saben ser ellos mismos. Pero tú eres tú, un ser único y especial.
Te conté al principio lo de mi abuelita Mercedes porque es la mejor persona que he conocido en el mundo. Siempre ayudó a los demás sin esperar nada a cambio, quiso a los suyos y a los que conocía y no creo que haya nadie que pudiera contar algo malo de ella.
Me emociona su recuerdo, su amor y sus gestos.
Cuánto te echo de menos, güelita.
"Probín" decía siempre, con ese acento tan asturiano, cuando veía a alguien pasándolo mal. Y siempre que podía, les echaba una mano.
Hay un recuerdo imborrable de mi infancia que tiene que ver con ella y con su bondad. Los sábados, en su casa, se comía por costumbre cocido de garbanzos. Pues bien, un hombre viejo, todos los sábados, comía a la puerta de casa de güelita su plato de cocido. "El hombre de la escalera" , lo recuerdo perfectamente. No sé cuándo había empezado a darle el plato de comida , no sé ni si lo conocía , sólo sé que aquel hombre, venía todos los sábados y mi abuela le daba de comer, le ofrecía generosa y siceramente lo que en aquel momento necesitaba, una comida caliente, un gesto que encerraba un "no estás solo, alguien se acuerda de tí, aunque sea poca cosa lo que te puedo ofrecer".
Te aseguro que nunca lo olvidáré.
Me gustaría que te parecieras a ella en eso, en no pensar mal de los demás, en creer que todos tenemos algo bueno en nuestro interior, en querer a la gente por lo que es y no por lo que tiene.
Sé Buena, hija. Es un tesoro indescriptible. Aunque otros te induzcan al otro lado, continúa en tu linea de bondad, aunque no te respondan de la misma manera, procura responder al mal con el bien.
Mantente firme, cariño. Papá te ayudará en lo que pueda y procurará mostrarte el principio del buen camino, aunque sé que lo has de andar tú sola.
Te quiere, papá.
Dedicado a la memoria de Mercedes Valdés Díaz , el espíritu más inquebrantable y bueno que he conocido nunca. Donde quiera que estés, te quiero , güelita.
2 comentarios:
Publicar un comentario