Querida María, uno de los momentos más relajantes del día es cuando llega la hora de bañarte.
No sólo es divertida para ti, también lo es y mucho para mi.
Comenzamos por llenar de agua la bañera, mientras yo te voy dando tus mucho amigos de plástico o goma que comparten contigo ese momento: paquito, pulpillo, papá y mamá pato, ojitos, globito...
Mientras se va llenando, yo te voy quitando la ropa, entre risas y canciones, la mayoría de los días.
-"Papito, la cabeza la lavamos otro dia."
-"De acuerdo cariño, otro día"- aunque el día que toca, sabes que no te miento y te digo que hoy es el día de lavarla.
Tú tienes también que echar al agua la esponja.
Después te meto de pié en la bañera y siempre me dices.
-"Ahora voy a a hacer un pis, vale?. Luego lo limpias,papito".
Me río. Aunque tengas ganas de ir al servicio, esperas siempre a meterte en la bañera para echar un chorrillo. Es casi como un ritual. Después, tengo que chapotear en el agua, haciendo como que la hecho fuera. Te encanta y te ríes mucho.
Te enjabono bien, antes de dejar que te sientes y puedas jugar con tus juguetes, cantar canciones, o como el otro día, darles "jarabe" a todos los muñecos porque "les dolía la barriguina" con el tapón del frasco del champú.
Después de un tiempo jugando me pides la esponja.
"Es que la pared está muy sucia, tengo que limpiarla, papá."
Allá frotas la pared un montón de veces, hasta que yo ya te digo que hay que salir, que mamá nos está esperando con la cena preparada y luego tienes que ir a la camita a dormir.
Te saco y te envuelvo en tu toalla, te cojo en brazos.
El baño ha sido relajante, divertido, feliz.
Feliz como tú, mi amor.
Hasta el baño que vine, cariño.
Te quiere, papá.
Nunca caminarás sola
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