Cada día que pasa tu vocabulario aumenta a la vez que crece tu capacidad para mantener conversaciones cada vez más fluidas.
Nos tienes algo asustados, hija, la verdad. Teniendo en cuenta que aún no has cumplido los treinta meses, las retahilas que nos sueltas son algo adelantadas para tu edad. Aunque a lo mejor nos dejamos llevar un poco por eso de la pasión de los padres por sus hijos, pero la realidad es que mantienes con cualquiera una conversación de lo más fluida. De tus temas, por supuesto, de tus amigos, de tus juguetes de papá y de mamá, de los cuentos que te contamos. Pero a fin de cuentas, conversaciones coherentes.
Todo ello acompañado por un repertorio gestual de lo más simpático y que muchas veces nos produce la carcajada. Te tendrías que ver cómo usas las manos para explicarte, como pones distintos gestos en la cara e incluso la variedad de miradas con las que nos deleitas. Impresionante.
Además también te observamos cómo conversas con tus muñecos, como les das clase en tu habitación.
A veces me asustas, hija.
Pero a la vez llenas de orgullo a tu padre. Qué suerte que seas tú.
Y cuando me miras a los ojos y me dices "papito te quiero y serás siempre mi bebé " algo dentro de mí se estremece, y las lágrimas de emoción afloran a mis ojos y no las puedo contener.
Yo también te querré siempre, y serás siempre mi bebé, María.
Te quiere, papá
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