Querida María, últimamente te niegas a dormir la siesta. Cuando llegas de la guardería, ya empiezas a decir que no quieres ir a la cama y aunque mamá y papá insistan, acabas cogiendo una gran perreta y es imposible que te duermas.
No sabemos si es normal o no, somos padres primerizos pero lo intentamos llevar lo mejor posible. Acabas sentándote con nosotros en el salón e incluso pides volver a comer.
Bueno, será cosa del crecimiento y de tu evolución, que por otro lado es magnífica y nos llena de satisfacciones cada día.
Tu negativa al sueño de la tarde nos ha aportado una pequeña ventaja, la de que te vayas por la noche tempranito a dormir. Ayer a las 9 ya estabas rendida.
A mamá y a mí nos resultó extraño cenar tan temprano.
La sobremesa se hizo más larga y así pudimos tener más tiempo para hablar.
Comentamos que cuando empieces al colegio el próximo septiembre, si la jornada escolar es partida en mañana y tarde, entonces sí que no vas a poder dormir la siesta aunque quieras.
Cuando se puede, no se quiere, y cuando se quiere no se puede. Gran contradicción de la vida humana. Porque esto no sólo pasa con la siesta, sino que suele ocurrir con otras muchas cosas.
En fin, hija mía, felices sueños.
Te queire, papá.
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