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miércoles, 4 de noviembre de 2009

Una noche



Querida María, la noche del sábado fue especial.
Estábamos en una casita de campo, con la puerta de la misma orientada hacia el Este.
La noche era clara y serena. Nada parecía anunciar la lluvia que nos visitaría al día siguiente.
La luna, casi en su fase de llena, estaba baja sobre el sudeste, casi deslumbrando el brillo del resto de los objetos celestes que había a su alrededor.
La silueta de la cordillera del Sueve era como una mancha de tinta negra sobre el cielo azulo obscuro.
Salimos fuera los dos, a acariciar a la gata que se había acercado a la casa desde la mañana temprano.
Levanté la vista y lo vi. Orión, el gigante ciego subía por el cielo del Este.
Instintivamente prolongué la linea de las estrellas de su cinturón (Alnilam, Alnitak y Mintaka ) para llegar a Aldebarán y continuar el tránsito hacia las Pléyades.
Allí estaban todas: Taygeta, Pleione, Merope, Maia, Electra, Celaeno, Atlas y Alcyone.
Tomé los prismáticos y te las enseñé.
Miramos un rato otras estrellas y te fui diciendo algunos nombres. Hacía frío y nos metimos pronto en casa, al calor de la chimenea.
-"¡Gracia, papá! ¡Qué estrellas más bonitas me has enseñado!"

Gracias a , María. Me enseñas a apreciar las cosas que de verdad son importantes, como tener un momento para enseñar a tus hijos el nombre de una estrella o intentar que se fascinen por la belleza de una noche, por el ronroneo de un gato o por encontrar una flor morada en medio de un campo de margaritas.
¡Tú me enseñas tantas cosas!

Nunca caminarás sola.
Te quiere, papá.

2 comentarios:

Abriles dijo...

en este hemisferio son otras estrellas, pero es el mismo cielo.
Me recordaste una canción de Silvio que significa muchisimo para mí

"Cuida bien tus estrellas, mujer, cuida bien tus estrellas"

Abriles dijo...

la constelación de la foto es Orión, no?