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miércoles, 25 de abril de 2007

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Los seres humanos en general y los niños en particular, solemos ser bastante egoístas.
Lo queremos todo para nosotros, queremos lo nuestro y también queremos lo de los demás.
La educación, el sentido común y la inteligencia acaba enseñando a la mayoría que no todo puede ser nuestro y que es más satisfactorio compartir que poseer.
Mamá y yo intentamos inculcarte esas ideas, esos conceptos, desde pequeña. Ayer diste muestras sobradas de que lo has comprendido, es más, yo diría que lo llevas escrito en tu corazón.
Situación: en el parque con tus amigas. Una de ellas, Carlota, algo repunante pues no había dormido la suficiente siesta y todos sabemos cómo se pone un niño cuando no descansa lo suficiente. Lloriqueaba por todo, se sentía mal con cualquier contratiempo... no se soportaba ni ella misma, vamos.
Quería todos los juguetes de todos los demás niños.
Tras unos minutos de protestas, de lloriqueos, de conatos de rabietas, tú, su mejor amiga, su amiga del alma, soltaste una ocurrencia que en una niña de menos de tres años nos sorprendió.

-"Tengo una idea, Carlota. ¿Jugamos a compartir mis juguetes?".
Y te sentaste en el suelo con ella y le dejaste tus muñecos, incluso los más preciados por , los últimos que te regalaron, tu querida Ely y tu querido Pocoyo.

Qué lección magistral de un niño al resto de adultos presentes.
Qué corazón más generoso.
Cómo me gusta que seas así. Cómo me emocionas cada día, cariño.

Ahora al recordarlo de nuevo, se me humedecen los ojos como en aquel mismo momento.
Creo que tú también intuyes El Tapiz.

Te quiere, papá.

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