Querida María.: hoy una vez más me has dado una lección de sensatez, de bien pensar , de sencillez y de razón.
Una vez más.
Bajábamos hacia la parada del autobús y como teníamos tiempo, has querido entrar en la cafetería que hay de camino a saludar a tu amiga María.
Cuando estábamos allí en la televisión se veían las terribles imágenes del terremoto en Chile. Un niño de unos seis años, lloraba desesperado. Una madre se tenía que dar al pillaje para llevar agua y alimentos a sus hijos.
Te quedaste muy seria mirando la pantalla.
Cuando salimos mantuvimos la siguiente conversación:
-"Papito. ¿Por qué lloraban esas personas?"
-"Porque ha habido un terremoto en Chile y sus casas se han caído".
-"¿Como en Haití?"
-"Si, hija, como en Haití"
-" Y ahora que ya hemos mandado dinerito a Haití,¿les vamos a mandar dinero a Chile para que un señor vaya y les pueda construir las casas y puedan comer y beber?".
-" Pues si, hija, eso debemos hacer".
-" Porque tú dices que nosotros tenemos mucha suerte y que cuando se tiene suerte hay que repartirla, ¿verdad papá?"
-"Verdad, María, verdad".
-"Papá, las monedas que tengo para comprar la casa de campo ¿ se las podemos mandar a ese niño de Chile para que no llore y tenga casa y comida?".
-" Por supuesto, hija. Si tu quieres, lo hacemos".
-"Si, se las vamos a mandar".
Tras un corto silencio, volviste a preguntar
-"Papá, ¿le podemos pedir a Jesusito de mi Vida que ayude a esos niños?"
Sólo pude hacer un gesto con la cabeza pues tenía un nudo en la garganta.
Y así, de una forma sincera y sencilla, rezamos las oraciones que rezamos cada noche ,esta vez por los niños de Chile.
Y en mi fuero interno, deseé ser como tú.
Gracias, María.
Nunca caminarás sola.
Te quiere, papá.
3 comentarios:
Enternecedor, se me pusieron los ojos brillantes.
Siempre, gracias por compartir vuestras vivencias!
Mis ojos también brillaron, ójala todos aprendieramos un poquito de tí María.
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