Querida María: ayer viví uno de los momentos más tristes de mi vida.
Acudimos al funeral de Eduardo, el hijo de 6 años de mi amigo de juventud Domingo y de Tatiana.
El drama de la pérdida de un ser querido se eleva hasta límites insoportables si el que muere es tu propio hijo y a una edad tan temprana.
Me acerqué a mi amigo y sólo supimos llorar. No fue necesario decirnos nada. Simplemente nos abrazamos y lloramos.
¿Qué decir a un padre y a una madre en un momento así? ¿Existen palabras de consuelo?
Sólo pude ofrecerle mi solidaridad, mi abrazo para que apoyara sobre él su alma sufriente.
Hoy sólo puedo escribirte este texto tan triste.
Nunca caminarás sola.
Te quiere, papá.
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