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martes, 9 de febrero de 2010

La idea de muerte

Querida hija, desde hace una pequeña temporada, en tus conversaciones conmigo, sale el tema recurrente de la muerte.
Creo que es una etapa normal en la que el ser humano debe enfrentarse al segundo misterio de sus existencia tras el de la propia vida, que es la muerte.
-" No te vas a morir, ¿verdada, papá?" me decías el otro día con los ojos llorosos.
Te abrazé y lloré un poquito contigo. Recordé que a mí de niño también me angustiaba la idea de la muerte de mis padres, de mis hermanas, de los abuelos, de la gente a la que quería.
-"Cariño, todos nos morimos, pero eso pasará dentro de muchos, muchos años."
-"Pero yo no quiero que te mueras, papá. Yo no quiero cumplir más años, no quiero tener más de 8 años. Cuando cumpla 8 años ya no cumplo más años, ¿vale, papá?".
Qué decirte. Sé de el desasosiego que sientes pues yo pasé por el mismo. Y creo que lo único que puedo hacer es darte cariño y no engañarte.
-" María, crecerás como todos los niños, como yo crecí, y te harás mayor. Pero eso va a ser dentro de mucho tiempo. Vamos a jugar a las princesas"

Es complicado educar a una hija. No vienen con libro de instrucciones y cada día es una aventura apasionante y enriquecedora. Un hijo te dá un master en psicología, en pedagogía y los únicos requisitos para lograr un buen resultado son amor, amor y más amor.
Ayer, cuando te acosté, volviste a cogerme de la mano y rezamos juntos.
" Jesusito de mi vida, tú eres niño como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón."
-"¿Ves, María? Jesús es también un niño y por eso quiere tanto a los niños y los protege."
Te incorporaste en la cama y me diste un abrazo-" Te quiero, papito".
Al volver a recostarte me contaste que Jesús tiene montones de ángeles de la guarda, que son muy pequeñitos y por eso no se ven y que les manda uno a cada niño para que les cuide.
Te volviste a dormir cogida a mi mano.
Buenas noches, ratonín, que descanses.

Nunca caminarás sola.
Te quiere, papá.

lunes, 8 de febrero de 2010

Creciendo, evolucionando, aprendiendo

Querida María. Alcanzas ya los casi cinco años y medio de edad y si miro hacia atrás apenas me parecen unos meses lo que nos separa de la fecha de tu nacimiento.
Condensado todo en mi memoria, guardo como un tesoro todas y cada una de nuestra vivencias compartidas, todos y cada uno de los momentos vividos, todos y cada uno de los días felices.
Ahora nos enfrentamos a un reto más, a una experiencia nueva a una aventura que abre el camino a otras muchas aventuras que podrás vivir. Me refiero al aprendizaje de la lectura y la escritura.
Intento ayudarte, intento que comprendas que el esfuerzo merece la pena. Poco a poco , siempre como un juego y no como una tarea.
Un día el nombre de tus compañeras de colegio, otro el nombre de cosas que hay en casa, otro cosas que encontramos por la calle, leemos carteles, escribimos dictados, nos adentramos sin querer en el apasionante mundo de las letras , de sus infinitas combinaciones, de la biblioteca incontable de Borges, del libro inacabado y siempre reescrito de Ende...
El otro día, cansada , me preguntaste
-"¿Para qué necesito aprender a leer?".
Y yo te conté que cuando aprendas, bajaremos por el Mississipi en una balsa con Tom Sawyer y Huck Finn, viajaremos con Phileas Fogg alrededor del mundo en 80 días, viajaremos cinco semanas en globo por el África de Julio Verne, haremos una excursión al centro de la Tierra, iremos con Fujur y Atreyu al país de Fantasía y salvaremos a la Emperatriz Infantil, rescataremos a los hijos de Capitán Grant, correremos por los bosques del Gran Norte con el perro Buck , recorremos las inmensas praderas donde vivía el bisonte junto  a Old Shaterhand y a Winnetou, viviremos los años de infancia en Avolea de Anne de las tejas verdes, seguiremos a Alicia a través del espejo, rescataremos a Simbad de los peligros del mar, ayudaremos a Aladino a limpiar su lámpara maravillosa, conocerás a Momo y su peculiar universo, a Guillermo y su banda de proscritos...

Me mirabas, sin hablar.
-"Quiero conocerlos , papá. Enséñame bien a leer."

Te esfuerzas cada día un poquito más. Lo vamos logrando, salvando las dificultades con paciencia y esfuerzo.
Ayer, cuando te acosté, nos quedamos a oscuras. Me cogiste la mano.
-"Gracias papá porque siempre estás a mi lado".
Gracias a ti, querida hija. Gracias

Nunca caminarás sola.
Te quiere, papa.